Ramsés II: biografía, reinado, guerras, muerte
Ramsés II (c. 1303 a. C. – c. 1213 a. C.), popularmente llamado Ramsés el Grande, fue un faraón egipcio de la dinastía XIX. De su reinado aún existen muchas construcciones que conservan su memoria hasta la actualidad.
El gobernante Ramsés II ostentó el cargo durante
uno de los períodos más largos de la historia egipcia, pues pasó más de seis
décadas al frente de su pueblo. De hecho, su padre Seti I lo nombró príncipe
regente al cumplir 14 años, con la intención de que se preparara para gobernar
desde temprano.
Ramesses II Colossus in Luxor Temple,
by Than217 (2007) [Public domain], via Wikimedia Commons
También libró importantes batallas con las cuales
logró el control de Canaán y la paz con los hititas. Los principales
enfrentamientos armados de Ramsés II se dieron con los sirios, pero también
luchó en Nubia y Libia.
Decidió trasladar la capital a una ciudad llamada
Pi Ramsés, que había sido fundada por su abuelo Ramsés I. El nuevo centro de
gobierno le daba ventajas al estar en mejor posición para defenderse de las
invasiones, al igual que para coordinar los ataques a Siria.
Además, en la nueva capital logró deslastrarse de
la influencia de los religiosos que permanecieron en Tebas, ciudad que se
cimentó como capital de la fe en Egipto. Pi Ramsés logró alcanzar una población
de 300.000 habitantes.
Ramsés falleció cuando contaba con,
aproximadamente, 90 años. De su reinado se dijo que por haber estado tanto
tiempo en el poder, Ramsés II se fue suavizando con los años y algunos
consideraban que Egipto necesitaba a un líder fuerte que pudiese defender al pueblo.
Cuando su hijo, Merenptah, llegó al trono, también
era un hombre mayor. Por eso, tras su muerte dejó un reino convulsionado, y la
XIX dinastía comenzó a desmoronarse poco a poco debido a los enfrentamientos
internos de los herederos al trono.
Biografía
Primeros años
Usermaatra Setepenra – Ramsés Meriamón
o Ramsés II nació cerca del 1303 a. C. Era hijo y heredero de Seti I, tras
la muerte de su hermano Nebchasetnebet, que falleció en la infancia, ubicándolo
el primero en la línea sucesoral. Su madre fue Tuya, y algunas fuentes aseguran
que Ramsés II también tuvo dos hermanas.
La estirpe de Ramsés II no tenía un pasado noble.
Llegaron el poder tras la caída de la XVIII dinastía, a la que pertenecieron
faraones como Amenhotep IV y Tutankamón. Ramsés I fue el primero de la XIX
dinastía. Era abuelo de Ramsés II y pretendía restablecer el dominio
territorial de Egipto en la zona.
Desde muy joven el heredero al trono egipcio estuvo
ligado a la vida militar, como era propio en su familia. Su padre había
aplacado rebeliones en Palestina y Siria y había logrado ganar ciertas batallas
contra los hititas.
Cuando Ramsés contaba con aproximadamente 14 años,
Seti I le nombró príncipe regente con la intención de que fuese aprendiendo a
gobernar desde joven, de modo que estuviese preparado para asumir su puesto.
Tuvo desde entonces su propio harén y casa. Además,
junto con su padre se presentaba en las batallas libradas en Egipto. Fuentes
afirman que a los 10 años ya le habían hecho capitán del ejército y recibía
entrenamiento militar.
Reinado
Después de recibir el trono, en 1279, Ramsés II
emplazó la capital del reino en Pi Ramsés, ubicada en el delta del Nilo. Se
cree que comenzó nada más que como un palacio veraniego para Ramsés I y,
gracias a la visión estratégica de su nieto, se convirtió en una de las
ciudades más grandes de la zona.
Antes de eso, Ramsés II había mudado brevemente la
corte a Menfis. Algunos criticaron su decisión puesto que se alejaba del clero,
que era sumamente poderoso. Pero la preocupación principal de Ramsés era
defender el reino de los ataques extranjeros desde una buena posición.
Ramsés II, by Neithsabes [Public
domain], via Wikimedia Commons
Además, de ese modo logró que se debilitara el
poder que la antigua aristocracia ostentaba en el Estado y comenzaron a tomar
relevancia los militares y escribientes cercanos a Ramsés II. Al faraón no le
convenía, por sus orígenes, que las familias tradicionales retuvieran tanto
poder.
En su tiempo a cargo de Egipto florecieron tanto
las artes, como la literatura. Uno de sus principales empeños fue la
construcción de grandes y hermosos recintos, que se han mantenido hasta el
presente como un recordatorio de la magnanimidad de su reinado.
También logró ganar territorios que habían sido
abandonados, especialmente durante la dinastía XVIII que antecedió a su
familia, al igual que la paz con vecinos que habían estado durante largo tiempo
en conflicto con Egipto.
Muerte
Ramsés II falleció cerca de 1213 a. C. Para
entonces ya tenía cerca de 90 años y había servido como faraón,
aproximadamente, 67 años. Su longevidad fue bastante excepcional en aquella
época. Varios de sus hijos, herederos al trono, habían muerto para el momento
de su deceso.
Según análisis recientes se sabe que Ramsés II
padecía de artritis y problemas de circulación. También se ha determinado que
originalmente debió tener el pelo rojo, tras análisis realizados a su momia,
que fue hallada en 1881. Se sabe que midió cerca de 1,70 m.
En la década de 1970 su cuerpo fue trasladado a
Paris para su conservación. Para poder realizar el viaje hubo que hacerle un
pasaporte, en el que se asentó “rey, (fallecido)” como ocupación. Los restos de
Ramsés II pasaron en la capital Francesa alrededor de un año, tras el cual
regresaron a Egipto.
Ramsés II fue uno de los gobernantes más
influyentes de su tiempo y nueve faraones posteriores decidieron tomar su
nombre para ejercer el gobierno y honrar su memoria.
Construcciones y
monumentos
El gobierno de Ramsés II trascendió en la historia
egipcia por haber sido uno de los que produjo mayor cantidad de templos y
grandes construcciones en Egipto. Así mismo, consiguió darle un uso al arte de
su época, implementándolo como propaganda.
Algunas edificaciones y obras que no fueron
realizadas por él llevan su nombre inscrito, tras haber sido restauradas
durante su mandato.
Según algunas fuentes, Ramsés II usurpó
construcciones y estatuas como un método de llevar su propaganda a todos los
rincones de Egipto sin gastar tanto presupuesto, pues solo se realizaban
pequeñas modificaciones o el grabado de su nombre.
El Ramesseum fue su templo funerario en honor del
mandatario, ubicado en la necrópolis de Tebas. En esa época los faraones eran
considerados una deidad, por lo tanto en estos recintos se adoraba a los
gobernantes de igual forma que se hacía con los dioses del panteón egipcio.
Representación de Ramsés II en carro
egipcio. Scan by NYPL [Public domain] via Wikimedia Commons
Ramsés II realizó cambios en los sistemas de
grabado de la época para que sus representaciones no fuesen fácilmente
alterables después de su muerte, y en ellas reflejó sus victorias y logros como
militar y faraón.
Pi-Ramsés
Esta fue la ciudad que Ramsés II escogió como
capital para su reinado. Estaba ubicada cerca de la actual ciudad de Qantir. El
nombre original era Pi-Ramesses Aa-nakhtu, que se traduce como
“Dominios de Ramsés, Grande en Victorias”.
Ese asentamiento se convirtió en una gran ciudad.
Estaba constituida por edificios y templos enormes, entre los que destacaba la
residencia real que tenía, incluso, su propio zoológico en ella. Además
Pi-Ramsés llegó a tener una población de más de 300.000 habitantes.
En la actualidad queda muy poco de ese sitio
arqueológico que antaño sirviera como capital del imperio de Ramsés II. Entre
los contados artefactos que han logrado llegar hasta nuestros días se halla una
estatua de gran tamaño que representaba al faraón.
Ramesseum
Este fue el templo que Ramsés II ordenó para sí
mismo y cuya construcción tomó más de 20 años. En el recinto se honraba al dios
Amón, que poseía gran protagonismo en el panteón egipcio. Con los años la
estructura sufrió un importante desgaste, por lo que en la actualidad quedan
solo fragmentos de varias obras destacadas.
Entre los más famosos elementos que adornaban el
Ramesseum, se encontraba una estatua del faraón que contaba con una altura de
17 metros. Hoy en día la parte superior está resguardada y es exhibida por el
Museo Británico.
En las paredes del Ramesseum están representadas
escenas de los enfrentamientos militares que tuvo Ramses II a lo largo de su
vida. También quedaron plasmados miembros de su familia, como es el caso de sus
numerosos hijos e hijas, en procesión.
En la grandeza de su templo y la majestuosidad con
la que fue representado, Ramsés II dejó su legado cimentado para las futuras
generaciones de egipcios. Fue reconocido por sus sucesores como uno de los
grandes constructores del Imperio.
Abu Simbel
Estos fueron dos templos gemelos de gran tamaño
edificados por Ramsés II en Nubia, cerca de Sudán. Ambos fueron esculpidos
directamente de la montaña y sirvieron tanto para conmemorar su victoria en
Kadesh, como para honrar a la pareja real de Egipto.
Con sus grandes planes de edificación, Ramsés II se
aseguraba de que los nubios se sintieran impresionados por sus técnicas y
capacidad de ejecutar inmensas obras, además de que la presencia del faraón
estuviese en el día a día de sus súbditos en todos los rincones de sus tierras.
Gran Templo de Abu Simbel, by
Internet Archive Book Images [Public domain], via Wikimedia Commons
El primer o “Gran Templo” estaba dedicado a Ramsés
II, y el “Pequeño Templo” le rendía honores a su esposa Nefertari. En ambos se
mostraban como dioses, con unas representaciones inmensas. Fueron inaugurados
cerca de 1255 a. C.
El templo fue descubierto por Johann Ludwig
Burckhardt en 1813, y en 1979 fue designado como Patrimonio Mundial de la
Unesco. En 1968 fue reubicado en una colina artificial, puesto que su ubicación
original fue usada para otros fines.
Batalla contra los
shardana
Tras dos años en el poder, Ramsés II decidió
enfrentarse a una de las facciones más importantes de las que se conocían como
Gentes de Mar: los shardana. La ocupación de este grupo era la piratería de
naves procedentes de tierras egipcias.
El faraón escondió tropas y barcos militares en las
costas cercanas a una de las bocas del delta del Nilo, mientras que un grupo de
barcos mercantes aparentemente sin protección hizo las veces de cebo.
Los piratas shardana arremetieron contra los navíos
y pronto se vieron rodeados por los egipcios, quienes hundieron muchos barcos y
capturaron a gran cantidad de los piratas.
Los prisioneros tuvieron una elección que tomar:
formar parte del ejército Egipcio o ser ejecutados. Un amplio margen aceptó el
ofrecimiento, y formaron parte de la guardia real de Ramsés II.
Campaña Siria y los
hititas
En el cuarto año de su reinado, Ramsés II avanzó su
ejército hacia Canaán, donde se enfrentó a los príncipes de la región. Tras
derrotarlos y quitarles sus tierras, los llevó como prisioneros a Egipto.
Además, logró capturar la ciudad estado de Amurru, estado vasallo de los
hititas.
Al año siguiente, el faraón regresó a Canaán con
mayor fuerza militar pues deseaba tomar la ciudad estado de Qadesh, que era
fronteriza entre el Imperio egipcio y el hitita. Dicha ciudad estuvo bajo la
influencia egipcia hasta 1340 a. C., aproximadamente, cuando cambió su lealtad
hacia el Imperio hitita, establecido en Siria y la península de Anatolia.
Los hititas engañaron a Ramsés II haciéndole creer
que su ejército se encontraba ausente, por lo que el faraón, que había llegado
en la vanguardia con una cuarta parte de sus fuerzas, decidió montar el
campamento.
Los sirios atacaron con fuerza, eliminando casi por
completo a las fuerzas egipcias; pero en el momento en que Ramsés II comenzaba
su retirada, el resto de sus fuerzas llegaron y pudieron solventar la
situación. Aunque obtuvieron la victoria en la batalla, fallaron en la toma de
Qadesh.
Debido a ello, la influencia hitita aumentó en
Siria y el norte de Canaán, y los príncipes cananitas en Egipto se rebelaron.
Regreso
Durante el séptimo año de su gobierno, Ramsés II
movió sus ejércitos nuevamente con rumbo a Siria. Tomó los Reinos de Edem y
Moab y las ciudades de Jerusalén y Jericó para, finalmente, retomar las tierras
alrededor de Damasco, logrando así recuperar la antigua esfera de influencia
del Imperio.
Durante los siguientes diez años, la batalla de poderes entre hititas y egipcios continuó hasta que, en el vigésimo primer año de su reinado y en la ciudad de Qadesh, los imperios firmaron el primer tratado de paz registrado en la historia, reconociéndose como iguales y con concesiones recíprocas.
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